Fútbol en el país del sida

La pantalla gigante recién instalada en Mtubatuba, a unos seiscientos kilómetros de la concentración argentina de Pretoria, avisa que el Mundial ya llegó. También se ven banderitas de Sudáfrica y de otras selecciones en los autos. Y a la hermana Lidia, con una camiseta argentina. En Mtubatuba está José Luis Ponce de León. Nació hace 49 años en la Paternal. Es hincha de Racing. Llegó como cura misionero en enero de 1994, cuando el apartheid negociaba su retirada después de medio siglo de horror legislado y asomaba Nelson Mandela para evitar el desastre. "Eran meses en los cuales se esperaba literalmente una guerra civil. Años después -me cuenta- descubrieron las armas enterradas." La Sudáfrica democrática estará un mes en el centro del mundo. José Luis tendrá que estar atento no sólo a los goles. Hace casi dos años, fue designado obispo de Maturba y vicario apostólico de Ingwavuma, una zona rural al este del país, sin agua potable, en la frontera con Mozambique y Swazilandia. La Conferencia Episcopal de Sudáfrica lo puso al frente de la oficina de lucha contra el VIH, el virus que causa el sida. Sudáfrica es el país con mayor número de infectados. Unas 5,7 millones de personas. Uno de cada cinco adultos. Cerca de 30.000 personas morirán en Sudáfrica durante el Mundial por el VIH. Mil por día. Sólo un mes atrás, cuatro jugadores de los "Bafana, Bafana" fueron al entierro de Emmanuel "Scara" Ngobese. Sufrió el VIH. Cuatro temporadas atrás, su gran habilidad había llevado a los Kaizer Chiefs al título nacional. Hoy podría haber sido parte de la selección que abrió el Mundial contra México. Murió de tuberculosis el 11 de mayo pasado. Tenía 29 años.

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