

"El Mundial saca también lo peor de las personas." Lo advirtió en un mensaje reciente el arzobispo de Sudáfrica, Buti Tlhagale. País protestante, sólo el diez por ciento de los sudafricanos es católico. Pero Tlhagale habló a todos. Protestó porque el gobierno prometió seguridad a los visitantes del Mundial. Pero advirtió que la calidad de una sociedad se mide por cómo protege "a los más vulnerables" y no a la "elite" de la familia FIFA. Se preguntó quién protegerá a los menores y mujeres que durante el Mundial agravarán el problema ya agudo del tráfico de personas y llegarán al país como esclavos sexuales. Tlhagale pareció furioso al criticar el anuncio del gobierno británico, de que donará 42 millones de condones a Sudáfrica durante el torneo, supuestamente bien intencionado, porque diversos informes advierten que arribarán 40.000 prostitutas al país.
Numerosas organizaciones aprovechan la vidriera del Mundial para combatir el drama. El tema fue ignorado durante el mandato del presidente Thabo Mbeki (1999-2008). Mandela, que ya había dejado el poder, informaba en conferencia de prensa en ese mismo período que el hijo varón que le quedaba había muerto a los 54 años por el virus del sida. El gobierno actual hace gran campaña con los preservativos. Pero el presidente Jacob Zuma, zulú polígamo que tiene tres esposas y veinte hijos, debió disculparse este año por un nuevo affaire que derivó en una hija extramatrimonial. En 2006 había sido absuelto de un juicio por violación. Admitió que había tenido sexo con una mujer que, él sabía, estaba infectada de VIH. No usó preservativo y contó que se duchó inmediatamente después de la relación creyendo que así reduciría las posibilidades de contagio. No ayuda mucho en un país en cuyas zonas rurales más precarias cada tanto circula la teoría de que el sida se cura teniendo relaciones con una chica virgen.
"Scara" Ngobese lució su habilidad en los clubes Tembissa Classic, Moroka Swallows, Amazulu, Hellenic, Thanda Royal Zulu y United FC. Su momento de oro fue con los populares Kaizer Chiefs, donde jugó entre 2004 y 2008. "Nos ayudó a ganar añeros Teko Modise, Siphiwe Tshabalala, Itumeleng Khune y Reneilwe Letsholonyane, integrantes de la selección que dirige el brasileño Carlos Alberto Parreira. Se pasó un video con sus mejores jugadas. Un golazo contra SuperSport United hizo sonar las vuvuzelas y gritar a la gente. El grupo afropop Malaika, vistiendo camisetas de "Scara", le cantó "Ulale ngoxolo cofrade footballer" (Descansa en paz, compañero futbolista). Un minuto de silencio lo homenajeó en el amistoso de Sudáfrica frente a Tailandia. Las crónicas de los diarios hablan de la tuberculosis. Sólo en los mensajes que dejan los hinchas se lee sobre el virus del VIH. "El tema es muy complicado. Yo me acuerdo de que cuando iba a
"Ellos son los reales embajadores en esa parte del país. Y va mucho más allá de lo religioso", me dice Carlos Sersale di Cerisano, embajador argentino en Sudáfrica. Cuando Diego Maradona viajó antes del Mundial a Sudáfrica, Sersale le pidió al técnico argentino que le autografiara una foto. Se la mandó a José Luis, junto con videos de Maradona y pelotas del Mundial para compartirlas con los niños.
El misionero de
José Luis tiene doble ciudadanía desde 2002. Quiere celebrar goles argentinos y sudafricanos. Y que se cumplan las expectativas. Habla de las nuevas rutas y de los estadios "espectaculares", que luego costará mantener. Pero quiere que los visitantes puedan llevarse una imagen completa de Sudáfrica. No sólo mundialista.
El escritor Martín Caparrós, que viaja estos días por África haciendo reportajes sobre el sida, me cuenta por correo la imagen de un hospital de Kapiri, Zambia, con treinta mujeres y sus hijos a la espera de remedios. Y que hablan de "la enfermedad". No dicen sida. La imagen que más lo impresionó, me agrega, fue cuando caminó por la capital Lusaka. "Una de cada cuatro personas que me cruzaba por la calle tenía sida. No alguno, aquel, la mujer ésa, uno cada tanto; no, de cada cuatro personas que veía en la vereda, uno tenía sida. Eso -me cuenta- terminó por darme la verdadera dimensión de lo que es el sida en muchos países africanos: una epidemia mortal, mucho más mortal si se tiene en cuenta que, en los países ricos, con los remedios adecuados, ha pasado a ser una enfermedad mayormente crónica. O sea que todo es, una vez más, un efecto de tener y no tener."
Para
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