AIKIDO UN MODO DE VIDA - 2da parte

La Verdad 
 En una sociedad como en la que vivimos, basada en la mentira y el engaño, la verdad se presenta como un concepto difícil de aceptar e integrar en nuestra vida cotidiana. 
La verdad pasa por una íntegra sinceridad consigo mismo, por un intento de ser verdadero con uno mismo. 

Si realmente existe pureza en nuestro corazón y en nuestros actos, la verdad debería florecer naturalmente, de lo contrario es que algo ocultamos y nuestras intenciones tal vez estén basadas, por ejemplo, en el temor a perder una posición de poder, de estatus social, o cualquier otro motivo.
Puede parecer fuera de lugar mantener por encima de todo la verdad, hasta incluso de un idealismo peligroso, pero algo se transforma en nuestro interior si nos hacemos el firme propósito de ser sinceros con nosotros mismos y con los demás.
Nuestros actos y nuestras intenciones ya no pueden ser de dudosa integridad, deben ser un reflejo de nuestro compromiso interior.
Como consecuencia nuestro mundo y su percepción cambian radicalmente, porque nuestras intenciones ya no están motivadas por la ambición, el deseo o el orgullo, sino por una sincera aspiración de desarrollo y crecimiento interior, por una pureza que surge desde lo más profundo de nuestro ser.

«El camino consiste ante todo en mantener puro nuestro corazón. Un corazón puro puede afrontar no importa qué desafío con la seguridad de la victoria. » Morihei Ueshiba


Acción correcta
Una acción correcta es aquella que se ajusta a los parámetros de una justa convivencia, basada en la armonía y la integridad en la vida cotidiana. La práctica del Aikido debe de por sí..., determinar que nuestras acciones sean siempre justas y correctas. Si como hemos dicho anteriormente el Aikido es para nosotros nuestro camino de superación personal, si hemos de hacer de la verdad nuestra divisa, la acción correcta sera una consecuencia inevitable de nuestro comportamiento. Nuestros actos deben ser un reflejo de nuestro estado interior, como aikidokas deberíamos demostrar en todos nuestros actos, desde el más ínfimo, que el espíritu de compasión y bondad que animaba al Fundador, reside también en nuestro corazón. No podemos hablar del ki, de la armonía, de la unión, realizar misogis y luego comportarnos de forma totalmente opuesta. Si nuestras palabras no se corresponden con nuestros actos, estaremos haciendo un flaco favor al Aikido, que es armonía y unión entre el pensamiento, la palabra y la acción.

«Vuestra mente debe estar en armonía con el desarrollo del Universo; vuestro cuerpo debe estar en armonía con el movimiento de Universo, cuerpo y mente deben actuar como si fuesen uno, en total armonía con el Universo.» Morihei Ueshiba

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